“La práctica de meditar caminando nos abre los ojos
a las maravillas y al sufrimiento del universo.
Si no eres consciente de lo que está ocurriendo a tu alrededor
¿Cómo esperas percibir la realidad última?”
Thich Nhat Hanh (2004, p.62)
La actividad de los “Paseos Conscientes” surge de la búsqueda de diferentes cauces para hacer llegar la meditación al mayor número de personas posibles después de poner conciencia en los múltiples beneficios que su práctica supone para mí. Además dar sentido a mi vida y contactar con la serenidad que da el sentir que formo parte de algo mucho más grande que yo en lo que todo está interrelacionado, el poner conciencia y nombre a las emociones, quedarme en los malos momentos sin negarlos, vivir el dolor sin huir, mirar cara a cara a mis temores y fantasmas con compasión, hace que mis niveles de ansiedad hayan bajado estrepitosamente. La incontinencia relacionada con la reacción compulsiva de la búsqueda, el empeño por la evitación, por la salida del dolor y de los momentos difíciles, que solo me ha llevado al sufrimiento y a la ansiedad, ahora ha desaparecido.
En este momento la imagen que puede ilustrar lo que sucede dentro de mí en la “conciencia y la no reacción”, es la de un cuenco lleno de agua, simbolizando las emociones, que se balancea unas veces más pausadamente y otras de forma agitada, pero las contiene sin derramarlas.
Al poner conciencia en la nutrición que ha supuesto y supone la práctica meditativa para mi, contacto con la necesidad de expandirla todo lo que pueda para que más personas puedan beneficiarse de ella. Es una joya demasiado preciada que no puedo guardármela solo para mí.
Sobre la meditación, el Maestro Sogyal Rimponché dice:
“La meditación consiste en llevar la mente de vuelta a casa, y esto se consigue en primer lugar gracias a la práctica de la atención.
Raquel de Lara Psicóloga col.24188 Terapeuta Gestalt Instructora Mindfulness
En cierta ocasión, una anciana fue a ver al Buda para preguntarle cómo meditar. Él le aconsejó que cada vez que sacara agua del pozo permaneciera atenta a todos y cada uno de los movimientos de sus manos. Sabía que así alcanzaría rápidamente el estado de calma vigilante y espaciosa que es la meditación” (2014, p.95).
De la misma manera que en el acto de sacar agua del pozo, en esta actividad observamos plenamente los movimientos que hacemos en cada paso que damos al caminar, y así conseguimos ese estado de atención serena y amplia que es la meditación.
Los caminos de la meditación son múltiples, Thich Nhat Hanh dice que “la mejor práctica es la informal” (2004, pág. 60). Es ésta la que practicamos en la actividad de los Paseos Conscientes.
Toda la meditación, también pasear de forma consciente, es algo vívido, experiencial que calma el fluir de los pensamientos, nos sitúa en el presente y permite que surjan nuestras cualidades innatas. En este sentido Xavier Puigdevall (2017) define la Atención Plena como “el factor mental que se encarga de observar paso a paso el fluir de los objetos en la mente. Es una experiencia directa. El contacto con la actividad de la mente en el momento presente” (p. 21). Yongey Mingyur Rinponche (2010) nos explica que su padre, Turku Urgyen Rinponche decía que “Es el acto de prestar atención, me explicó mi padre, lo que ralentiza poco a poco el curso del río embravecido, y así permitiría experimentar un espacio entre lo que se está observando y la simple conciencia de observar” (p. 25). Thich Nhat Hanh (2009) dice que “meditar consiste sobre todo en estar presente: a ti mismo, a los seres que amas, a la vida” (p.13). Por su parte Ricard, Lutz y Davison (2015) se refieren a ella como “El cultivo de cualidades humanas básicas tales como lograr una mente más estable y clara, el equilibrio emocional, una sensación de benevolencia, e incluso de amor y compasión” (p.42).
Como no podía ser de otra manera, esta actividad es fruto de mi propia experiencia en los trabajos en los que he sido guiada por mis Maestros, y está relacionada con mi carácter extrovertido, social y de acción. Es desde mi vivencia que siento que la energía grupal refuerza, ayuda y amplía la puerta de entrada a la meditación. Nuestra forma de vida de actividad desenfrenada, donde los sentimientos no suelen tener espacio favorece la sensación de aislamiento en las personas, como seres sociales que somos el practicar en grupo hace que aumente la percepción de sentirnos en compañía y que disminuya la sensación de soledad. En otro sentido, el grupo tiende a armonizarse por sí mismo, así el silencio grupal empuja a todos sus miembros a tomar el mismo camino creándose una energía facilitadora al silencio interior. Por otra parte al meditar en grupo comprobamos que hay personas con las que compartimos la búsqueda de respuestas cosa que facilita que se desmonte la idea bastante generalizada de pensar que hay algo errático en nuestra persona, por lo tanto nos relajamos, nos permitimos expandirnos y en definitiva nos dejamos ser.
Practicar en la naturaleza, “sin aspirar a llegar a ninguna parte, sino a caminar disfrutando, simplemente, del hecho de caminar” tal como nos indica Thich Nhat Hanh (2014, p. 30) facilita la quietud de la mente y el contacto con su verdadera naturaleza espaciosa, prístina y vacua. A este respecto Sogyal Rimponché (2014) dice “La mente es espontáneamente dichosa si no se la fuerza, lo mismo que el agua, sino es agitada, es de por sí transparente y clara” (p.109). Al pasear en silencio en un ambiente abierto y natural, nos damos la oportunidad de vivir el entorno con amplitud y conciencia teniendo una percepción de él mucho más clara, a la vez que podemos percibir conscientemente la tierra y contactar con las sensaciones que nos regala, como la seguridad y protección.
Testimonios de paseos conscientes:
Mireia dice: “Mi primera sensación fue de un caminar extraño, al que poco a poco mi cuerpo se fue adaptando y mi mente entrando en un profundo trabajo. Al terminar, sentí joya y mucha, mucha satisfacción”.
Adrià dice: “Al principio, mi tendencia era querer hablar, al ver que cada persona del grupo iba a lo suyo no me quedó más remedio que centrarme en mi aunque iba en conversación constante. Al terminar me di cuenta de que estaba mucho más tranquilo. El percibir y apreciar la naturaleza dejó de ser una idea para ser algo mucho más real.
Silvia dice: “He sentido la naturaleza viva, me he dado cuenta de toda la vida que hay a mi alrededor. He contactado con un profundo respeto hacia ella.
Alba dice: “Venía con inquietud, temerosa y protegida, al finalizar Me siento tierna, vulnerable y acompañada”.
En definitiva cada persona hace su propio camino a la vez que se siente acompañada. Thich Nhat Hanh (2004) hace referencia a que el germen de la consciencia absoluta está en todos nosotros, y cuando la damos espacio para que se desarrolle podemos sentir serenidad y alegría: “El cielo azul, las hojas verdes y los ojos de nuestro ser querido” (P.15).
Nuestra sociedad fomenta la acción constante, no tenemos una educación en el “hacer nada”, el entorno facilita la acción constante y juzga negativamente la quietud. Así pues, esta actividad permite el contacto con la meditación a través de una forma más familiar a nuestra realidad occidental, posibilitando que nuestra mente vaya poniendo freno poco a poco a todas sus producciones, se vaya aquietando suavemente y de esta forma facilitar la actitud meditativa que es la que nos contacta con nuestra esencia primordial de donde todo puede surgir, creatividad, empatía, contento, alegría y compasión.
En estos tiempos en los que la tierra está muy dañada por el uso y abuso que hacemos de sus recursos, bien merece ser mimada, cuidada y acariciada. Cuando caminamos conscientemente vamos a llevar la intención de agradecerle el sostén que nos da, la naturaleza, el oxigeno, el alimento, el agua…, en definitiva le agradecemos la vida, y al mismo tiempo hacemos de cada paso una caricia compasiva.
Desde esta sintonía pondremos en práctica los aspectos fundamentales para entrar en meditación, profundizando en la verdadera naturaleza de la mente y de esta forma alcanzaremos la atención serena de la que nos hablan los Maestros, para poder estar presentes tal y como somos, sin pretender cubrir las expectativas de nadie, simplemente dejándonos ser:
❖ La concentración: Al centrar toda la atención en cada paso que damos dejamos fuera los asuntos pendientes liberando a la mente de la ocupación que hacen de ella los pensamientos.
❖ La compasión en todas las direcciones: La meditación es inseparable del contacto con la compasión. Con su práctica nos enfocamos en contactar con nuestra parte más genuina, y la compasión inherente al ser humano. Por este motivo si a la meditación la despojamos de la compasión se convertiría en una mera técnica desprovista de alma que nos puede apaciguar la ansiedad y el estrés momentáneamente y de forma superficial, pero nunca en profundidad y de forma estable.
- Por una parte la enfocamos al mimo, cuidado y agradecimiento a la madre tierra por su acogimiento, protección y riquezas vitales que nos regala;
- Por otra la dirigimos a nosotros y nosotras mismas tratándonos con paciencia y amabilidad;
Al igual que sucede con cualquier ejercicio de concentración, también en el caminar perderemos la atención con facilidad ya que poseemos una mente distraída, una mente mono como la denomina Mingyur Yongey Rimponché en su video “La meditación y la mente mono”, que tiene la necesidad de ir saltando de pensamiento en pensamiento.
Por otra parte, cualquier espacio por el que transitemos estará lleno de estímulos distractores, unos atrayentes y otros que podrán resultar desagradables, en cualquier caso sean como sean, por apego o aversión apartan nuestra atención del caminar.
Delante de nuestros saltos de rama en rama, de pensamiento en pensamiento, cuando nos demos cuenta de que nuestra atención ha seguido al pensamiento del momento nos trataremos con afecto, ternura y bondad, volviendo a llevar la atención plena al caminar. - Por último la dirigimos a todos los seres. Si ponemos la conciencia de que de una forma u otra todo está interrelacionado nos será fácil expandir nuestra compasión y de esta forma contactar y desarrollar nuestra auténtica naturaleza como seres humanos.
❖ La presencia en el aquí y ahora, y la conciencia: Aparte de los estímulos externos, nuestra mente suele estar entretenida en recuerdos o en proyecciones hacia el futuro. Prestar atención en el caminar nos ayuda a poner conciencia en lo que va sucediendo en nuestra mente, en lo que vamos sintiendo emocionalmente y en las percepciones físicas. En este trabajo lo haremos con aceptación, sin pelea, sin apegarnos a ello y teniendo un lugar a donde regresar (la atención en el caminar), cosa que nos ancla en el presente. También, poniendo conciencia en lo que nos rodea, podremos ver a los otros seres dejando de ser nosotros el centro del universo.
Claudio Naranjo (2008) encuentra el punto de encuentro entre la espiritualidad tradicional y la psicoterapia en la idea compartida por las dos doctrinas de que la pérdida de consciencia es un elemento causante de sufrimiento; señala a la inconsciencia como un aspecto del ego, y se refiere a la meditación como una forma de aquietar la mente, de disminuir la agitación mental y de esa forma “limar las asperezas del ego” (p.17); ve en esta práctica algo útil para neutralizar al ego y una vía para comprender lo que tiene de irreal nuestra mente.
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El Conocimiento de nuestra mente: Con el trabajo de desapego de las producciones mentales, con la presencia y la conciencia vamos adquiriendo una metacognición de las tendencias de la mente.
Con la meditación practicada en el caminar, al igual que en cualquiera de sus formas, trabajamos la desidentificación con la mente, observamos todo lo que produce como si estuviéramos mirándolo en una pantalla, no nos dejamos llevar por sus discursos con la idea de que eso que está sucediendo en mi mente no soy yo.
A Santa Teresa de Jesús se le atribuye la expresión de “la loca de la casa” refiriéndose a la imaginación de la que hablaba cuando aludía a los pensamientos; Fray Gregorio en sus comentarios sobre “Las Moradas. Moradas cuartas”, relata cómo Santa Teresa hablaba de la “tarabilla de molino” cuando quería referirse a la imaginación, y de la cual decía “no se haga caso de ella -de la imaginación- más que de un loco, sino dejarla con su tema” (V17, 72).
Así, con la práctica de la meditación miramos lo que sucede en la mente desde la distancia que hay entre la butaca y la pantalla, nos damos cuenta de cuando nos estamos dejando arrastrar por los pensamientos y podemos pararlo llevando la atención al objeto de concentración, dejándola con su tema sin hacerle caso y de esta forma evitamos que sea ella la que lleve las riendas de nuestras vidas, cosa que repercutirá en la bajada de los niveles de estrés y a que se incremente la sensación de bienestar. -
La Espaciosidad: Nuestra mente es inmensamente grande donde caben muchos conceptos. Sabemos lo que es un coche, andar en bicicleta, nadar, etc., miles y miles de conocimientos caben en ella. Un pensamiento puede ocupar mucho lugar cuando entramos en conversación y pelea con él porque no queremos que esté, incluso puede convertirse en obsesión. Por el contrario, si le reconocemos y le damos su lugar en el espacio grandioso de la mente, sin luchar para que no se dé, dejará de estar constreñido y ocupará lo mismo que ocupa una estrella en el universo.
Los pensamientos son como las personas invitadas a una reunión, hay unas que nos agradan más y otras menos, incluso puede haber alguien que no nos caiga nada bien, pero por eso no dejaremos de asistir, todas cabemos en el mismo lugar, y tenemos la opción de intercambiar conversaciones o no con las personas asistentes.
De la misma manera, siempre tenemos la opción de saber de esos pensamientos incómodos, verlos, darles un lugar y no relacionarnos con ellos.
Cuando damos espacio a los pensamientos, sin establecer conversación con ellos, al final se diluyen en el espacio y por lo tanto el estrés y ansiedad que provoca toda lucha desaparece. Así eliminamos obstáculos que impiden el contacto con nuestro ser más genuino. - La no reacción: En nuestra cotidianidad tenemos la inercia de seguir a los pensamientos con la acción. Mientras paseamos centrando nuestra atención en esta acción, experimentamos la novedad de no reaccionar delante de las producciones de la mente, cosa que facilita su observación con cierta distancia y como consecuencia su conocimiento.
Esta actividad está fundamentalmente relacionada con la espiritualidad, que tal y como nos indica Tich Nhah Hanh (2012), ésta es algo que necesitamos en nuestra vida y que podemos ponerla en práctica estando presentes en todo lo que hacemos si lo hacemos con plena consciencia (p.3). Esta afirmación que hace el Maestro está apoyada por la ciencia tal y como muestra Nogueira en su artículo “La espiritualidad y su relación con el bienestar subjetivo y psicológico” (2015), cuando cita a Piedmont (2012) y la referencia que éste hace a la espiritualidad como motor inherente en el ser humano que marca su comportamiento en la búsqueda de dar un sentido más amplio a su vida (p.39). También lo cita cuando se refiere a que la meditación es un componente de la Trascendencia Espiritual que contribuye a tener una percepción mayor de bienestar psicológico y paz interior (Piedmont, 1999) (pág. 41). Nogueira concluye que hay una relación directa entre las variables espiritualidad y la percepción subjetiva del bienestar.
De la misma forma que los Paseos Conscientes nos nutren la espiritualidad, aspecto tan necesario en nuestra vida, no podemos obviar otro tipo de beneficios que consecuentemente nos reporta, fundamentalmente en lo referente a paliar la ansiedad y el estrés. Antes de la aparición del virus SARS-CoV-2 el número de personas que lo padecían hacía que fuera una de las patologías predominantes en la población española, tal y como declaró la copresidenta del Comité Organizador del IX Congreso Nacional de la Asociación Española de Psiquiatría Privada, la Dra. L. Ferrando (comunicación personal, 21 de mayo de 2016). Por su parte López Canales (2017) indica en su titular que “La ansiedad ya es la enfermedad mental más citada por los españoles, por delante de la depresión. España es el país con más consumo de sedantes de Europa”, y que este trastorno ocupa el sexto lugar de los problemas de salud que más se repite. También la OMS se pronuncia al respecto, en su informe del 2017 (pág. 6) hace una estimación global y señala que en 2015 más de 260 millones sufrían trastornos de ansiedad, lo que suponía un 3.6% de la población total.
En la actualidad aún no hay suficientes estudios a gran escala que nos muestren de forma clara y contundente la afectación que puede suponer la aparición de la COVID- 19 en cuanto al incremento de los niveles de ansiedad en la población en general, pero en las conclusiones de los que hay hasta el momento hacen pensar que se ha incrementado e incrementará notablemente el número de personas que sufren y sufrirán ansiedad.
Ozamiz-Etxebarria, Dosil, Picaza e Idoiaga en su artículo publicado en abril “Niveles de estrés, ansiedad y depresión en la primera fase del brote del COVID-19 en una muestra recogida en el norte de España” (2020), nos indican en sus conclusiones que los niveles de estrés ansiedad y depresión se han incrementado en jóvenes y población de riesgo. (p.7). Por su parte Valero, Vélez, Durán y Torres, en su artículo “Afrontamiento del COVID-19: estrés, miedo, ansiedad y depresión?” nos indican que el número de personas que sufren de ansiedad, depresión, soledad, etc. ha aumentado de forma significativa con la aparición de la COVID-19 y sus consecuencias sociológicas y económicas.
También Sandín, Valiente, García-Escalera y Chorot, en su artículo Impacto psicológico de la pandemia de COVID-19: Efectos negativos y positivos en población española asociados al periodo de confinamiento nacional, reflejan que en el perfil emocional asociado a la COVID-19 demuestran síntomas de preocupación, desesperanza, problemas de sueño, ansiedad, nerviosismo e inquietud predominantemente, añadiéndose la depresión en el grupo de mujeres.
Por su parte la Organización mundial de la Salud el pasado 5 de octubre, en su comunicado de prensa informó que la pandemia por la Covid-19 ha ocasionado un aumento relevante en la demanda de atención psicológica y psiquiátrica. La pérdida de seres queridos y la imposibilidad de despedirles en la proximidad, el aislamiento, el miedo y la pérdida de recursos económicos están ocasionando y agravando los problemas de salud mental. Asimismo advierte que es necesario un incremento notable en los presupuestos de todos los países dedicados a salud mental, ya que con la aparición de la COVID-19 se han desatendido los servicios en salud mental cuando más se necesitan.
En base a lo que estos datos demuestran, puedo concluir que, como sociedad, nos encontramos ante un desafío importante que hemos de abordar utilizando las herramientas que están a nuestro alcance para amortiguar y aliviar el sufrimiento que esta situación y otras derivadas de ella, están ocasionando a muchas personas.
Dada la relación directa que se da entre espiritualidad y bienestar, la meditación, en este caso en la forma de “Paseos conscientes”, son una buena forma de integrar aspectos fundamentales que nos pueden aportan estrategias de afrontamiento para nuestro auto cuidado y que contribuyan a aumentar nuestra sensación de bienestar.
Raquel de Lara Psicóloga col.24188 Terapeuta Gestalt Instructora Mindfulness

“La meditación caminando es una forma de alimento de modo que, a cada paso que damos, nutrimos nuestro cuerpo y nuestro espíritu”
Tich Nhat Hanh, 2014, p.30
Bibliografía
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