Crisis y estrategias para afrontarlas

Dicen que los momentos de crisis son estupendos para crecer, para dar giros importantes a nuestras vidas, pero lo cierto es que cuando estamos en ellas es muy difícil poder contemplarlo como una oportunidad de mejorar, aunque es conveniente y muy recomendable no perder de vista que sí lo es.

El origen de la palabra “crisis” lo encontramos en el griego de la unión del verbo Krinein, que significa separar, decidir, y del sufijo -sis, que indica acción. Cuando surge una crisis en nuestra vida significa que en algún aspecto de ella se ha producido una ruptura y como consecuencia de ésta el equilibrio emocional se ha roto. De forma natural e instintiva nos enfocamos en restablecerlo y para ello probablemente tengamos que decidir cuál será el nuevo camino seguir.

La vida es un reto constante y a lo largo de ella van surgiendo crisis personales de diversa índole que cada persona afronta y resuelve de forma diferente. Estas crisis pueden englobarse en la siguiente clasificación:

  • De evolución personal, referidas a los cambios que se presentan con la edad: infancia, adolescencia, juventud, madurez y ancianidad.
  • Familiares: conflictos dentro del entorno familiar.
  • Económicas: dificultades por ingresos escasos, o en la gestión de ellos.
  • Laborales: pérdida de trabajo, nuevo comienzo, o cambio en su orientación.
  • De salud: enfermedades y mal estar emocional.
  • Sociales: conflictos con la familia mas amplia, amistades, o los referidos a personas públicas y la gestión de su imagen.
  • Amorosas: rupturas de pareja o comienzo de una nueva relación
  • Por accidentes: acontecimientos fortuitos

Los factores que influyen en que la resolución se produzca con mayor o menor facilidad son el carácter individual, el entorno social, las características del problema que surge y las estrategias de afrontamiento con las que cuenta cada individuo. Éstas últimas son las conductas ocultas o visibles que ponemos en marcha para volver a restablecer el equilibrio perdido; se pueden cultivar y de hecho es muy recomendable que lo hagamos, puesto que nos permitirán sufrir menos delante de los cambios y nos facilitaran sentirnos más felices.

Estas estrategias serán las píldoras del botiquín de urgencias que tenemos en casa para las heridas emocionales. Las que más nos ayudaran son las siguientes:

  • Flexibilidad: a mayor flexibilidad, mayor capacidad de adaptación a los cambios.
  • Aceptación: nos lleva al reconocimiento de que hay situaciones que se dan sin que podamos hacer nada, asumirlo nos facilita la adaptación a la nueva situación con mayor facilidad.
  • Humildad: es el reconocimiento de lo que somos. La falsa creencia de que un ser humano ha de poder con todas las situaciones que se presentan, sean las que sean, juega en nuestra contra. Reconocernos como personas con limitaciones como cualquier ser humano, hará que baje nuestro nivel de exigencia, y como consecuencia la ansiedad.
  • Confianza: en la vida nada es para siempre y todo pasa, incluso los momentos buenos. De hecho entramos en crisis cuando la estabilidad se ha roto, y cuando esto sucede es importante no perder de vista que también este tiempo de inestabilidad y malestar pasará. Ponernos en la confianza hará que baje la ansiedad y podremos encontrar el camino a seguir con más facilidad.
  • Paciencia: sabiendo que todo pasa es importante saber esperar. La paciencia nos aportará serenidad.
  • La mirada hacia dentro: esto nos ayudará a poner conciencia en que aunque hayamos perdido algo, hay otras cosas que tenemos, y verlo nos sacara de la tristeza de la carencia.
  • Valoración personal: la pérdida hace que la autoestima baje, es importante hacer una lista de las cualidades personales y tenerla a la vista. Nos ayudará a mirar el momento de forma más objetiva.
  • Focalización en lo pequeño: hacer esas pequeñas cosas que sientan bien. Las grandes cosas se componen de muchas pequeñas, cuando dedicamos tiempo a lo pequeño vamos sumando para alcanzar lo grande. Recuerda, en tiempos difíciles lo pequeño es importante.
  • Fomentar las buenas amistades: no importa si tu círculo es reducido o amplio, acude a las personas que te quieren y pasa momentos agradables con ellas.
  • Sentido del humor: el humor suaviza todas las situaciones, produce cambios positivos y ayuda a bajar la tensión.
  • Agradecimiento: si miramos a nuestro alrededor probablemente encontremos diferentes motivos por los que mostrar agradecimiento, hacerlo contribuirá a tener una visión más equilibrada de los aspectos negativos y positivos del momento.

Un último aspecto importante a tener en cuenta es el carácter social del ser humano. Necesitamos a los otros para desarrollarnos, aprendemos y crecemos en relación con el grupo, por lo tanto cuando te encuentres en crisis, no dudes en acudir a un o una profesional de la psicología, te orientará y acompañará en el proceso.